viernes, 7 de noviembre de 2008

LLORENS POY

























Vicente Llorens Poy, el renacentista pintor y escultor, como lo fuera Miguel Angel; aunque Buonarotti lombardo, y Vicente de Villarreal de los Infantes; antes conocido por su condescendencia hacia la realeza y hoy famoso por "el submarino amarillo" y sus manises. A muy tierna edad se puede decir, que fué acogido por la ternura humana y artistica de José Ortells, maestro escultor, y que tenía su estudio junto a la ermita de la "Virgen de Gracia", patrona de Villarreal. Sus padres, comerciantes locales vieron en Vicente niño, buena predisposición hacia las artes y otorgaron cuanto pudieron para ayudarle en sus incipientes años de aprendizaje.






El carácter amable y extrovertido de Vicente, siempre dispuesto a la amena charla, a conversar sobre cualquier temática, sea profunda o superficial, hombre de cultura universal, le han deparado buenas relaciones y amistades que le hicieron abrirse paso, desde muy jóven entre una variopinta sociedad donde habian niñeras, campesinos, profesores, obispos, cardenales, algún que otro ministro, periodistas, principes, incluso algún Papa como lo fuera Juan XXIII, al que retrataría en el Vaticano. Después vendrían los Reyes de España, -entonces sólamente principes-, y así podía enumerar una larga lista de conocidos miembros de la ditirámbica "jet-set" tanto nacional como de fuera de nuestros pagos.






El desnudo siempre fué la grán constante en su obra, quizás por su amor a la antiguedad, los clásicos y sobre todo al renacimiento italiano, donde Vicente bebió con intensidad de sediento, para paliar su sed de artista renacentista del siglo XX.






Eterna y sentidamente solitario, de absoluta convicción; le gusta rodearse de buenas amistades tertulianas en su casa-estudio y grandísimo jardín villarrealense, donde cobija su singular colección de arte sacro, otra de las querencias de Vicente. Y esa soledad buscada le vale, sobre todo para pintar y recrear unos seres desnudos, a través de una pintura monócroma, a base de delicadas veladuras para mostrar el placer del silencio, y el dolor del placer, mientras se abrazan. No hay pasión desatada en ellos, se les nota cansados, violentamente solos, aunque formen pareja, calladamente tristes, serenamente bellos.........






Vicente ha supuesto para quién esto escribe, no solamente el maestro que te enseña cuestiones técnicas de pintura, sino también el maestro que supo ensanchar el gusto por la belleza, reverenciar la estética como un concepto casi sagrado, entresacar aquellos pequeños detalles de nuestro entorno para elevarlos a la máxima expresión por medio del arte. Gracias Vicente.

Fotografias de Giovanni Tortosa.

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