miércoles, 19 de agosto de 2009

"Segovia recóndita....."
























































En misa de doce, en la románica parroquia de San Millán, el reverendo pide a sus fieles, a través de las "preces rogativas", no solamente por la salud del obispo de turno, por los gobernantes, sino también por el sector empresarial turístico de Segovia. Ayudado en sus menesteres litúrgicos por varias señoras con una cierta edad, -que nos harian recordar las famosas "chicas de oro"; la ceremonia transcurre entre la vetusta decoración, mitad museo, mitad anticuario, las paredes de piedra, el frescor que inunda en el templo, haciendonos olvidar el intenso calor que hoy hace en Segovia....Y después de misa, a los segovianos les place acudir a alguno de los numerosos locales para tomar el "vermuth"" y algún que otro "pincho".











En la plaza del Azoguejo y junto al local que otrora fundara, se situa el busto del último emperador romano-castellano, y que no es otro sino Cándido. Al igual que el emperador Teodosio, Cándido nació en la villa de Coca y de botones de hotel pasó a ser el grán gurú de la cocina local, y que hiciera de esta todo un emblema, potenciando la imagen de Segovia fuera de las fronteras.











Angel Román es un fotógrafo a la antigua usanza, que practicamente vive en una de las esquinas de la calle Real junto a la Plaza de las Sirenas. Junto al viejo trípode y cámara, Angel canturrea y entona algunas músicas de Mozart o Bach, haciendonos recordar que aparte de fotógrafo es miembro de una coral segoviana. Desde los años cuarenta lleva el señor Román en este lugar, haciendo sus peculiares fotografias a quien lo solicita, y revelandolas manualmente, en un proceso que es todo un espectáculo en sí.











Segovia es algo más que su venerable Acueducto, su famoso Alcázar; si se sabe bucear en ella encontraremos motivos que nos aportaran otra visión, puede que desenfadada, divertida, surreal, quién sabe.......

lunes, 10 de agosto de 2009

"NIÑOS DEL PIREO" Giovanni Tortosa


Pastel sobre cartón. 50x37 cms.

El puerto ateniense del Pireo es todo un espectáculo en sí. De un intenso transitar de viajeros, muchos de ellos con destino a las numerosas islas que rodean la península griega. La atmosfera grasienta tamizada por la férrea luz que inunda a esta ciudad, las aguas de tonos oliváceos, unos niños pescando sobre una barcaza y los viejos barcos ponen un acento en este lugar portuario de la vieja Atenas.